lunes, 13 de agosto de 2012

Rubber (2010)

Director: Quentin Dupieux

Mis queridos lectores: el verano es indudablemente tiempo de playa, de comida y bebida. Esas tres razones son responsables en un 50% de mi demora entre el anterior post y este. El 50% restante se debe a todo lo que comí, bebí y fui a la playa. En esta tierra gallega, el sol es tan bienvenido como Mr. Marshall, pero al igual que él, así como llega, se va; por ello me propuse esperar a que se asentaran por fin un poco las nubes para volver a haceros pasar un incómodo rato frente al ordenador leyendo mi verborrea.

Y como estamos en agosto, qué mejor que ver una película de terror ligero, terror de verano. Al igual que no se me ocurriría llevar En busca del tiempo perdido a la playa para leer mientras como un ladrillo de tortilla de la tartera, me dije, no se me ocurrirá ver ahora una película de terror sesuda, reflexiva, densa, como....eeeehhhh...mmmm. Ejem.

El caso: hay nubes en el cielo y tengo 36 años. Como podéis entender, avezados lectores, la situación no es favorable para Rubber. La película trata de Robert, un asesino múltiple que no es humano, ni extraterrestre, ni zombie, ni vampiro....es...un neumático. Sólo por eso, pensé, se merece un rato de atención. Y tenía razón, pero si por "rato" entendemos un período de 15 minutos, que es lo que duran las escenas interesantes/cómicas/gore de esta película. El resto, es paisaje. Y un paisaje bastante árido, por cierto. 

El hecho de que Rubber parta de una absurda premisa me parece fantástico, pero la absurdidad da paso al tedio con momentos de subidón ocasionales. Lo extraño provoca mucha curiosidad, lo que es indudablemente bueno, pero enseguida te descubres repasando mentalmente la lista de la compra o pensando en las ganas tienes de tomarte una caña en el bar de abajo. En el otro lado de la balanza, tenemos una buena cinematografía y a un simpático Stephen Spinella en su papel de sheriff guasón, que parece sacado de Muchachada Nui.

En el principio de la película Spinella nos prepara para lo que vamos a ver, diciendo que las cosas no tienen por qué tener una razón. Que E.T es marrón, porque sí. Pero no me parece una preparación muy creíble ni desde luego rompedora. Todos sabemos que E.T es marrón porque no es de ningún otro color. Entonces, ¿por qué he visto yo esta película, y por qué me está costando escribir algo medianamente coherente sobre ella? A la primera pregunta me es fácil responder: es raro que haya una película remotamente terrorífica que no sea capaz de tragarme entera. Yo soy así. A la pregunta sobre el porqué de lo difícil de escribir sobre ella, creo que es porque, independientemente de mi capacidad o no para conceptualizar (¡toma palabro!) creo que esta película está hecha para que se hable de ella, no para ser vista. Rubber: no eres una película honrada. Te han hecho para exhibirte y para dar que hablar, no para que te veamos. Me gusta ver películas sin tapujos, buenas o malas, pero que se dejan ver a calzón sacado. Lo que pasa es que Rubber tiene aspiraciones a algo que no sé identificar. No sé si aspira a ser un chiste, una crítica a la industria cinematográfica, un homenaje al voyeurismo, una tomadura de pelo, o qué. 

Bueno, en resumen, cine de terror, querido cine de terror, seré franca contigo: me gustas como eres. No te des ínfulas de cine artístico con películas como esta. Te quiero como eres, no cambies. Eres primario, básico, simple y universal. Eres como una cervecita en un verano gallego, entre nubarrón y rayo de sol. Sigue así y nunca te reprocharé nada. 

Aquí os dejo el tráiler, que reúne creo que casi todas las escenas que valen la pena de la película. Ah por cierto: alguien, no sé quién, se merece ser abofeteado por osarse a tildar al director de visionario. 


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