martes, 30 de octubre de 2012

Halloween (1978)

Director: John Carpenter


Ahora por cojones hay que disfrazar a los niños dos veces al año: en carnaval y en halloween. No es que me moleste mucho: unas ojeras y un poco de sangre en la cara dan el toque tétrico a cualquier disfraz. Hace unos años hasta vino un niño a pedir caramelos a la puerta de casa, acompañado de su desconfiada madre. Me pillaron por sorpresa y les di, con cara de bótox, unos miserables mentolín reblandecidos del fondo de un cajón. Me parece un poco forzado eso de ir pidiendo caramelos por las casas, pero inofensivo; lo que sí me parece inmundo y el equivalente lingüístico a pegarle a una madre es que se haya extendido el despreciable 'truco o trato' como traducción del trick or treat. Imaginaos mi reacción cuando mi propio hijo me lo suelta esta tarde, con su atiplada voz infantil; se me secó la boca, se me nubló la vista y después ya no recuerdo nada más. Me diréis, vale, lista, y ¿qué dirías tú entonces? Pues...no sé, por estos lares funcionaría un 'chuche o chasco', o algo así. Mi lado intransigente echa humo, pero no os voy a dar más la brasa con esto: ya me atufo yo sola en mi propia nube de indignación lingüística, gracias.

A mí, que la llamen Halloween, la llamen Samaín, lo que sea, esta fiesta me parece bien, y creo que su popularización es una de las cosas que debemos agradecerles a los estadounidenses, junto con los pantalones de cintura elástica. Si a los niños les vale como excusa para conocer alguna de la prosa de Poe, Lovecraft, Shelley o Henry James, mejor que mejor. Hasta me valen las novelas de Crepúsculo: no las he leído pero si cayesen en mis manos con 13 años, sí que las habría leído, y del tirón. Si los futuros piraos del terror aún son muy pequeños, se les puede dar adulterada y con viñetas, como ya ocurre con Shelley, y ya está. Por soñar, ojalá alguno de esos niños que hoy está leyendo historias de terror haga una película en los próximos años que se llame Samaín en la que un asesino llamado Migueliño ande sembrando el pánico por la Serra de Outes. Yo la vería con mucho cariño. A mí me habría encantado que me hubiesen obligado a leer en el colegio Vuelta de Tuerca o El Pozo y el Péndulo, y no La Colmena (no digo que no sea recomendable su lectura, pero con 15 años...pues a mí no me parece la mejor manera de forjar un amor para toda la vida). De todas maneras, ya sabemos que las opiniones son como el ojete.

En Halloween, el psicópata asesino Michael Myers se escapa de un hospital psiquiátrico y la toma con Laurie, interpretada por Jamie Lee Curtis, para quien esta película consituyó su debut cinematográfico, convirtiéndola en una actriz de culto del cine de terror. Donald Pleasence interpreta al Dr. Loomis, quien intenta frenar a Michael, advirtiendo de su maldad a la policía y poniéndose el mismo manos a la obra para pararlo. Michael aparece en un barrio residencial de un pueblo de Ilinois, transformándolo de un tranquilo remanso de paz a una terrible e impensable pesadilla. El terror llama a la puerta...personificado en él, que es un hombre pero está desposeído de cualquier matiz humano: durante gran parte de la película no se le ve la cara y cuando lo hace lleva una careta que lo priva de cualquier expresividad. Tiene, además, una fuerza y resistencia aparentemente sobrehumanas. Cerca del final, durante una décima de segundo se ve su cara, una cara normal. Nunca se le oye hablar: solo gruñir y respirar. Es el hombre del saco, y viene a buscarte.

Ya mencioné en otra entrada del blog el inicio de la película, con una escena con cámara subjetiva de unos cuatro minutos, que responde a la perfección la pregunta de por qué estamos agilipollados con el terror, independientemente de que algunos seamos ya así de natural un poco fatuos. En esos pocos minutos que abren la película, te sientes un voyeur planeando una maldad, ves a través de los ojos del loco de Michael Myers, con antifaz y todo, mientras progresivamente va aumentando la tensión hasta terminar poniendo los pelos de punta por lo chocante de su desenlace, por partida doble: lo que ocurre y quién lo ejecuta. Ahora ya estamos acostumbrados a este tipo de escenas pero la que abre Halloween sigue siendo legendaria. El director de fotografía, Dean Cundey, fue de los primeros en usar una PanaGlide —un arnés que permite grabar escenas con el cámara en plan hombre orquesta, estabilizando la imagen— y con ella filmó esta escena y muchas otras de la película, grabada magistralmente en formato panorámico. La PanaGlide provoca la inquietante sensación de estar en medio de la acción, acompañando a los personajes cuando andan, y parándose cuando ellos se paran. En un montón de escenas tanto el primer plano como el segundo están enfocados, lo que nos hace espectadores de lujo: vemos lo que acecha y al acechado, podemos intercambiar la atención entre uno y otro sin problema.  Halloween es un portento visual, auditivo y cinematográfico: una película que además apela de manera sencilla y efectiva a los miedos más primarios.

Debra Hill la produjo, y John Carpenter la dirigió y compuso su banda sonora —la sombra de Hitchcock es alargada. Los dos juntos escribieron el guión. Dos personas que con muy poco dinero hicieron una película que marcó un género y desencadenó innumerables imitaciones. Halloween tiene poca sangre pero mucho suspense, amenaza latente y pánico.  Merece ser vista de nuevo. Aquí os dejo una foto del rodaje, con John Carpenter y Tony Moran, la cara detrás de Michael Myers. ¡Salud!



miércoles, 17 de octubre de 2012

Los escenarios típicos de las películas de terror (1)

Llevaba madurando un tiempo la idea de escribir una entrada sobre los lugares típicos donde se suele armar la gorda en las películas de terror. Me calentaba el colacao en el micro y se me ocurría algo. Recogía la caca del perro y lo mismo. Decidí tomar cartas en el asunto y para no olvidarme de nada, fui anotando y grabando notas de voz en el teléfono, que iban de lo enigmático a lo demente, siempre manteniendo una notable desconexión de ideas. La división a la que he llegado después de intentar ordenar mis pensamientos es subjetiva, y todo es discutible, hasta el hecho de llamar "escenarios" a lo que más bien son "situaciones", pero este es mi blog y me lo... escribo...como quiero. Silent Hill (2006), por ejemplo, encajaría en un look postapocaliptíco en el que todo está encantado, no en el sentido de contento, claro está. Los puntos 1 y 2  a continuación, tienen claros elementos de superposición.
Así que, hala, qué mejor que aprovechar mi vasto acervo cinematográfico de todo lo oscuro, tenebroso y cutre para iluminar una esquinita de la interwebs con una efimera chispa de post. He terminado de ver la olvidable Smiley (2012), he levantado el culo del sofá y me he puesto a regurgitar los resultados de rebuscar un poco en mi maltrecha cabeza, tecleando con fruición, acelerando a la vez mi inminente síndrome del túnel carpiano. Los cuasimártires del terror te somos así, como dicen en Ourense. Tanto tengo que regurgitar que he decidido dividirlo en dos entradas, al menos. Ahí van las primeras arcadas:


1. La casa encantada
La punta de lanza del terror, un clásico intemporal; vale en realidad para todas las películas que giran en torno a los fantasmas, con lo que aquí cae, así, grosso modo, el 90% del terror asiático. A veces están "inspiradas en hechos reales", que es como si yo digo "me parezco a Giselle Bündchen" porque tengo ojos, nariz y boca. Mi introducción y la de prácticamente creo que todos los de mi generación fue con Poltergeist (1982), película en torno a la cual giraba la leyenda de una maldición real que la hizo aún más tenebrosa, sobre todo si la ves con 8 o 9 años. Como nota al margen, la señora enana de esa película, cuya cara y estridente timbre de voz doblado todos conocemos, sale también en Angustia (1987), una ciertamente angustiosa metapelícula.

La cosa suele desarrollarse así: casi siempre una familia se muda a una nueva casa en la que empiezan a a pasar cosas raras raras. Portazos, platos volando, susurros, inscripciones en la pared...El fantasma es lo que queda de un muerto, y no desaparecerá hasta encontrar venganza, paz, justicia, o alguna cosa así. Los niños son más receptivos a su presencia. La cruz de los pequeños, en la vida real y en las películas, es que nunca les hacemos ni puto caso, y cuando nos damos cuenta ya los estamos llevando a rastras a clases de arpa medieval o tenemos el fantasma de un muerto sentado a la mesa.

Hay películas como Beetlejuice (1988) con fantasmas muy vacilones, y otras, como 1408 (2007), del máster King, en las que está claro que lo mejor es salir por patas. Me dio mucho miedo Actividad Paranormal (2007): es para llorar de miedo, y demuestra que en ocasiones es posible hacer buen cine con pocos medios. En El Resplandor (1980) sientes la asfixiante atmósfera de claustrofobia y pánico que viven sus protagonistas. El Horror de Amityville (1979) tiene alguna escena del estilo de El Exorcista (1973) y una de las casas encantadas más memorables, con una fachada que parece tener vida. Con una perspectiva de terror menos actual, también me gustan Don't be afraid of the Dark (1973), la singular La Casa de las Sombras del Pasado (1983), con cuatro diplodocus del terror compartiendo pantalla, y las historias grimosillas y con olor a naftalina de La Mansión de los Crímenes (1971). Recientemente, la primera temporada de American Horror Story (2011) me enganchó, y ya tengo ganas de ver la segunda.

Seremos muy felices viviendo en mi casita de Amityville

2. La cabaña en el bosque
Siempre que veo una de estas pelis pienso, "coño, con lo pequeña que parece por fuera la cabañita, qué grande es por dentro". Soy fan de este escenario: decides pasar un fin de semana con tus amigos, bebiendo un poquito, fumando otro poquito, y si hay suerte, lo que surja, pero de repente se arma la de dios. Seguramente todo lo relacionado con este escenario ya está inventado en realidad todo lo relacionado con todo , y hacer algo diferenciado es difícil, porque parece que el tema no da para mucho. Pero hay que tener en cuenta que a nosotros, humildes devoradores de productos de serie B, nos gusta lo familiar, aún al precio de que difícilmente nos da miedo el cine de terror. Pero lo vemos igual, porque para nosotros no son tópicos: son clásicos. Y si hay algo distinto, y mejor, pues que venga alguien y lo haga.
En este tipo de pelis, la cosa suele ir así: los jovenzuelos, de camino a la remota cabaña, se paran a preguntar a un tipo con pinta rara, en una gasolinera o diner;  cuando llegan a la cabaña, se les enfoca desde dentro, implicando que hay algo siniestro dentro; al entrar, hay crujidos, taxidermias en la pared y una trampilla en el suelo de madera. Después de beber y fumar un poco, se dan un baño alegremente en un lago cercano saltando desde el embarcadero.  Luego ya se produce el encuentro con un enemigo tipo virus, espíritus malignos, zombis nazis y cosas de esas. Intentan tapiar ventanas y puertas pero siempre hay problemas.

A mí me gustan, por poner unos pocos ejemplos, desde luego las de The Evil Dead: Posesión Infernal (1981) y Terroríficamente Muertos (1987) por cierto, en el 2013 estrena Sam Raimi el remake de The Evil Dead; aún partiendo de la premisa de que la original es inmejorable, estoy deseando verloTambién me gustan Dead Snow (2009), Cabin Fever (2002) y la original La cabaña en el bosque (2012).  La desternillante Tucker & Dale Vs. Evil (2011) hace mofa magistralmente de las películas de este estilo.

La cabaña de Goddard, sí, sí, con dos 'd'


3. El paisaje postapocalíptico
Hace tiempo vi Cuando el viento sopla (1986) y durante bastante tiempo sentí el pánico de un inminente ataque nuclear. Ese miedo ya no existe, pero permance la fascinación con estas películas, que son más de ciencia-ficción que de terror. Dan juego para algo más profundo que la gran mayoría de las películas de terror: suelen tener un mensaje del estilo de "mira a lo que nos lleva la codicia y la falta de respeto por el planeta". Independence Day (1996), Deep Impact y Armaggedon (ambas de 1998) son para mi gusto demasiado patrióticas, quiero decir, vomitivas, y seguro que han llevado a más de un pirado en Idaho a construirse un refugio subterráneo. Creo que están hechas para consumo y defecación en EE.UU., exclusivamente.
En general estas pelis llaman a un miedo cósmico que parece más posible que otros, sobre todo si te fumas un buen petardo mientras las ves. Hay distopías que ya son terroríficas de por sí sin meter ningún elemento sobrenatural, como Soylent Green (1973) o Fahrenheit 451 (1966). De las más recientes, The Road (2009), me pareció un peliculón, durísima y aterradora.
Lo que suele pasar en estos escenarios es que después de que un virus, ataque extraterrestre, catástrofe nuclear, plaga, meteorito o algún otro megaacontecimiento haya arrasado con casi toda la humanidad, la vida para los que sobreviven es gris y fría. Encima, casi siempre se descubre que el gobierno suele tener responsabilidad en la situación. Los que están vivos se organizan para ir a juntarse a otros hipotéticos supervivientes, y los papeles de los personajes están muy encasillados: el gallito, el héroe atormentado, el prudente, el cagao, la madre, el traidor....

En algunos casos, como en la serie Falling Skies, de Spielberg, los supervivientes son particularmente guapos. En otros, como en 12 monos (1995), basada en La Jetée (1962), o en Terminator (1984) hay viajes en el tiempo incluidos. Recuerdo con especial cariño Dawn of the Dead (1978) y su centro comercial. 28 días después...(2002), es una gran película representativa de este género/paisaje, al igual que Hijos de los hombres (2006), y además se agradece en ambos casos un paisaje postapocalíptico British, donde los actores no tienen los dientes tan perfectos.

¿Dónde está todo el mundo?


Continuará...



viernes, 12 de octubre de 2012

[REC]³ Génesis (2012)

Director: Paco Plaza


En el poblado donde vivo ya no queda ni un solo cine donde ver una película en versión original, a no ser que se trate de pelis españolas o protagonizadas por Ricardo Darín. Sólo eso hace de esos antros terreno semivedado para mi. Como además hay que poner la cama, ver una película en horario de tarde supone aflojar 8,40€. O sea, que para ver una película doblada y que me la metan igualmente, mejor me quedo al calor de la caverna de mi casa y mientras se descarga...bueeeeno, veeenga, va, a veces también mientras la saco del envoltorio, me hago un té y me como unas galletas. Resident Evil 5: no es cosa tuya, es cosa mía. Tendré que hacerte esperar.

Sin embargo, no me importa castigar la cuenta bancaria ni que me piten un poco (más) los oídos si en cartelera está Píxar. Ejercen considerable presión dos pequeñas criaturas que no, no son ni pájaros ni aviones pero sí tienen superpoderes, principalmente los de insistencia, perseverancia y y tesón. Así que allá vamos, meaos y cagaos al cine, nos dejamos alegremente unos 30 euros y lo pasamos en grande. Los superhéroes salen del cine con un buen subidón de azúcar y de cafeína y yo con una especie de melancolía existencial que solo podría quitarme leer los comentarios en alguna noticia de El Mundo. Píxar, indudablemente, tiene algo; vaya, algo no: lo tiene todo. Cuando me asoma la lagrimita, como siempre ocurre en todas sus películas, miro de reojo y siempre veo otros ojos vidriosos, más de adultos que de pequeños, que son más de llorar a grito pelado.

Una vez los minisuperhéroes me la jugaron y me llevaron a ver el puñetero bodrio de Copito de Nieve y tras 1 hora y media en la que se me quitaron las ganas de vivir,  juré y perjuré que nunca más volvería a ver una película española de animación. Bueno, esta excusa de película es de semianimación, pero sólo te enteras cuando estás dentro: en el cartel todo era perfectamente digital. Hasta que hace poco me vienen con que quieren ir a ver Tadeo Jones al cine, y bueno, como es importante estar preparada, busqué en Youtube el corto para ver si valdría la pena ver la película. Pero a medida que la barra roja avanzaba, el candor de mis mejillas se iba convirtiendo en un gris ceniciento: vaya perrallada. Ni que decir tiene que no fuimos a verla.

Lo que sí me parece que voy a seguir viendo es terror español, por lo menos si se parece, aunque solo sea un poquito, a [REC]³ Génesis. La protagonista, Leticia Dolera, hace de Clara, una frágil chica al estilo de Carrie, que al igual que ella, prueba, aunque por motivos distintos, que no le gusta que le jodan la fiesta. Y al igual que mi admirado Ash Williams, tiene mucha destreza con la motosierra. Leticia Dolera lo tiene todo para convertirse en una heroína de los frikis del terror del sexo masculino, y parece inspirada un poquiiito en la Jamie Lee Curtis de Halloween. La verdad es que la película me mantuvo pegada al sillón. Me sorprendió, porque esperaba algo como las dos películas anteriores, pero no se parece nada. Ni oscuridades, ni claustrofobias, ni imágenes borrosas. Bueno, sólo los primeros 20 minutos  aproximadamente son con cámara en mano, y yo lo agradecí. A mí la verdad esto del meneo de la cámara en mano ya me satura un poco: cuando, como yo, has visto El Proyecto de la Bruja de Blair y 4 o 500 películas más ya empiezas a notar cómo se te desprende la córnea.

Hay algo de humor si bien no es una horror comedy en toda regla. Yo más bien la definiría como una graciosa película de amor cursi con zombies. Lo español de la música, las caras, expresiones, ropas y escenarios da un toque de familiaridad cañí a esta película de zombies endemoniados. Lo de añadir "Génesis" al título en vez de "El Inicio", por ejemplo, pues parece que subraya más aún las connotaciones religiosas de la peli, que creo que están metidas un poco para abrir el campo de actuación en futuras películas. A esa connotación religiosa no le veo mucho sentido y es la única pega que le veo.

Es verdad que el espíritu de las dos películas anteriores de REC se ha evaporado y hecho más convencional, es decir, lo que nos pasa a muchos al cumplir los 35. No hay que echarse las manos a la cabeza, rasgarse las vestiduras ni poner el grito en el cielo (cuán rico es el idioma). Acaba ocurriendo, y ya está. A mí me parece una buena película. Y no seáis malos y penséis que pienso que es "una buena película para ser española", no: me gusta creer que soy el súmum de la objetividad y quiero medir las pelis con el mismo rasero*. Dejad en la puerta los zapatos y las otras dos pelis de REC y vedla con ojos vírgenes, que da un buen chute de entretenimiento.

*rasero en el sentido de "escurridiza vara  de medir cuya distancia entre muescas varía en función de factores tales como el número de veces que ese día haya abierto la boca un político y el número de cartas de gas natural que haya en el buzón." 

Aquí os deja Paco unas tiernas imágenes de un día muy especial: